Se comienza otra vez, sin discriminaciones de edad; nunca es tarde para sacudirse las telarañas.
Nada más poco estimulante que un manojo de viejas que sólo busca lucir ante los nietecillos un conjunto de presas entrevistas al pasar, ocultas tras los disfraces que buscan esconder el deterioro. ¿Listos los anzuelos? Vamos viendo quien convence a alguna prójima o prójimo con menos historia encima.
Mientras tanto, no estaría mal escribir algún texto que sirva. Creo en los milagros.
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